Galería AACIB

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La cirugía periapical es un procedimiento quirúrgico que tiene como objetivo la remoción de un granuloma o quiste apical con la consiguiente extirpación de la porción apical del diente afectado (apicetomía). En dicha imagen se observa el ápice seccionado y el alveolo remanente que deja la extirpación del tejido infeccioso así como el relleno con MTA del tercio más apical de la raíz del diente endodonciado.

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La extirpación de la cápsula de un quiste recibe el nombre de quistectomía. Dicha intervención varía en función del tipo, localización y tamaño del mismo. Algunos pueden aparecer aislados (residuales), otros relacionados con algún diente erupcionado (radicular, periodontal lateral), con dientes no erupcionados (foliculares, paradentales) y algunos pueden ser unilobulados o bien multilobulados (botrioide). De cualquier forma, el tratamiento por lo general debe ser su extirpación completa.

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La inclusión de los caninos superiores es la segunda más frecuente de todas las inclusiones dentales (por detrás de los terceros molares). Dentro de los planes de tratamiento de dicha inclusión, se puede optar, previa valoración general del caso, por extraerlo ante la imposibilidad de reubicarlo en su posición correspondiente en la arcada.

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Por otra parte, cuando se ha valorado de forma general y específicamente un caso de canino incluido, el tratamiento no tiene por qué ser tan agresivo y, no solo conservarlo, sino posicionarlo en su región correspondiente de la arcada. A este procedimiento se le llama “cirugía de rescate” y consiste en acceder a la corona del diente mediante cirugía y adherir un botón de tracción ortodóncica que irá paulatinamente orientando la posición del canino de forma armónica.

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Cirugía láser (II). Cada vez con más frecuencia en la práctica quirúrgica se emplea el láser de diodo favoreciendo tanto el momento intraoperatorio como postoperatorio. En este caso, se ha recurrido al láser para realizar la extirpación de un fibroma en mucosa yugal. El hecho de recurrir al láser de diodo favorece la cauterización inmediata de la herida quirúrgica y suprime por completo la necesidad de suturarla.

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Cirugía láser (I). Las vestibuloplastias para favorecer las inserciones de prótesis removibles o para extirpar las bridas de encía queratinizada secundarias a algún factor traumático también se pueden tratar mediante cirugía láser con unos resultados muy favorables.

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Cirugía láser (III). El frenillo lingual es el que más frecuentemente se extirpa tanto por motivos protésicos, como de retracción gingival y/o logopedia. Una vez más, el láser de diodo se puede emplear para este procedimiento, evitando el sangrado de una zona tan vascularizada como el suelo de boca y el diseño complejo de colgajos mediante bisturí frío.

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La inclusión de terceros molares es la más frecuente de todas. La inclusión, semierupción o erupción parcial de los mismos, pueden traer consigo una serie de complicaciones: procesos quísticos e infecciosos, pericoronaritis, impactación, dolor, caries cervicales, entre otros. Es por eso por lo que su extracción es una práctica muy habitual en la cirugía bucal, requiriendo, en muchas ocasiones, de una intervención quirúrgica de mayor complejidad.

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En el tratamiento de los quistes, hay que tener muy en cuenta las dimensiones del mismo y el grado de afectación de estructuras nobles adyacentes antes de extirparlos. Es cierto que toda lesión quística ha de ser removida en su totalidad, pero en ocasiones es preferible reducir previamente el tamaño del mismo y retrasar la extirpación. Es por ello por lo que se recurre a la descompresión quística, un procedimiento que consiste en insertar un tubo que comunica el interior del quiste con la cavidad bucal y que va reduciendo su tamaño con el paso del tiempo mediante irrigación constante con suero salino o clorhexidina a través de dicho tubo.

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Una consecuencia de la pérdida de dientes del sector posterior superior es la neumatización de los senos paranasales y la consecuente reabsorción del hueso en dicha zona. Esto, pese al ser un proceso fisiológico, compromete la rehabilitación implantológica en dicha zona ya que el sustento de hueso no es suficiente como para albergar la longitud de un implante estándar. Para conseguir una altura adecuada se puede optar por acceder a dicho seno y elevar la membrana de Schneider para injertar hueso particulado con la posterior inserción del implante de manera inmediata o diferida.

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La cirugía implantológica consiste en la inserción de un implante roscado en el hueso disponible mediante el fresado gradual de un lecho. Tras la colocación del mismo se procede a la rehabilitación protésica correspondiente atornillada a dichos pilares. Dentro de la implantología no hay que someterse únicamente a la inserción y rehabilitación de los implantes dentales, sino que también hay un abanico de tratamientos para mantener y preservar la integridad de los mismos así como de tratar las complicaciones que puedan aparecer.

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Una de las ramas más importantes de la cirugía no solo requiere de intervenciones quirúrgicas para el tratamiento de patologías, sino de estudios e investigaciones tanto in vivo como in vitro para conseguir los mejores y más actuales avances de esta especialidad.

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Se conoce como LPRF a la combinación tridimensional de fibrina autóloga rica en plaquetas y rica en leucocitos, obtenida a partir de la sangre del paciente. Se obtiene una matriz de fibrina rica en plaquetas delgada, fuerte, flexible y adecuada para suturar. Esta matriz natural es rica en plaquetas, factores de crecimiento y citoquinas que se derivan de las plaquetas de la sangre y leucocitos, indicada para producir una rápida y eficiente cicatrización. El proceso de obtención de la sangre es mediante venopunción, una práctica recientemente incorporada a las competencias de los odontólogos.

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LPRF (II). El procesado de la sangre y obtención de la fibrina requiere de un set de materiales específicos compuesto de una centrífuga, cajetillas y tubos específicos para almacenamiento y unos instrumentos para manejarlo de la forma más cuidadosa posible.

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LPRF (III). La fibrina obtenida (porción amarilla) puede combinarse con injertos de hueso para favorecer la regeneración de hueso en diversas prácticas, viéndose éste beneficiado de las propiedades de este plasma rico en factores de crecimiento.

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En el abordaje de la pérdida de hueso previa a la inserción de un implante en una zona específica donde los procedimientos de regeneración no vayan a proveer una exitosa neoformación de tejido óseo, se pueden emplear dispositivos de distracción ósea que van separando lentamente dos fragmentos de hueso osteotomizados de manera que se va formando hueso nuevo entre ambas porciones. De esta forma lo que se va haciendo es alargar la altura del hueso. Este procedimiento se usa fundamentalmente en cirugía implantológica, pero también es un recurso a aplicar en casos de anquilosis, regeneración de defectos tumorales, erupción dentaria y regeneración nerviosa.

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Dentro del campo de la regeneración ósea, no solo se puede recurrir al hueso particulado (en muchas ocasiones artificial), sino que se puede realizar injertos en bloque con hueso autólogo (del propio individuo) con unas altas tasas de éxito y aceptación por el mismo organismo. Esta intervención requiere de la inserción y fijación de los bloques de hueso mediante microtornillos que serán removidos una vez finalice el periodo de cicatricación.

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Una práctica cada vez menos frecuente para la inserción de implantes en mandíbulas atróficas, pero muy útil para rehabilitar la dentición perdida, es realizar la lateralización o trasposición del nervio dentario inferior. Con este procedimiento, se aparta de manera transitoria dicho nervio para poder colocar implantes osteointegrados sin riesgo de dañarlo reposicionándolo junto con injerto de hueso quedando por delante de ellos, libre de daño y ofreciéndole al paciente una rehabilitación fija de su dentición.

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Los torus son protuberancias formadas por hueso compacto en determinadas localizaciones de los maxilares. Con frecuencia se localizan en los laterales de la región lingual de la mandíbula, en la porción central del paladar y en las regiones vestibulares superiores. Su tratamiento consiste en la extirpación quirúrgica y se recomienda en casos de ulceraciones repetidas, estética y rehabilitaciones protésicas.

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Los injertos de tejido conectivo autólogo obtenidos del paladar son una satisfactoria vía de tratamiento de las retracciones gingivales localizadas, frecuentemente, en el sector anterior. Se otorga de esta forma un sustento gingival y cobertura de la exposición radicular de los dientes afectados mejorando su salud periodontal.